viernes, noviembre 20, 2009


La noche quiso
permanecer un poco más
y las estrellas
renovaron su brillo, vanidosas.
Se agitó tanto el mar
que las rocas sintieron pendular
su anciana existencia.

El cielo tornó frágil
celeste amanecido,
sucumbió ante tu grito
de presencia.

Una brisa serena recogió tu llanto
y el sol
con ceremonia
estiró un dedo majestuoso,
acarició las mejillas
vio tus ojos
sintió envidia.
Nada podría compararse a tu hermosura,
el universo entero lo sabía.

Un día diferente se anunciaba,
y los dioses
temblaron de inquietud,
el oráculo humeaba
transformando en nubes
tu destino
para que se supiera
desde siempre
que serías hembra
feroz, azul y sino,
sólida, sempiterna,
continente.

*****

Gracias siempre, a mi cómplice del sur...

1 comentario:

Palabras como nubes dijo...

Qué hermosa poesía, el perfil de una mujer desde los ojos del cielo o la naturaleza y esta palabra "continente" al final... Me encantó.
Un beso
Jeve.